Representaciones de Latinoamérica en la escritora Sanmao

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Resumen

Entre las décadas del setenta y del ochenta, después de viajar por Europa y vivir en el desierto de Sáhara y las Islas Canarias, Sanmao se transformó en un éxito en todo el espacio sinoparlante. Sus crónicas tuvieron una recepción masiva, al punto que modelaron ideas sobre el amor, la libertad individual o el viaje, al mismo tiempo que establecieron una serie de representaciones sobre Hispanoamérica, un espacio cultural que aparece por primera vez para el público chino a través de sus textos. Su viaje por Latinoamérica constituye una pieza fundamental en la comprensión de los vínculos entre China y los países de habla hispana.

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Considerada una de las escritoras más populares de su generación, Sanmao representa un caso único para estudiar las representaciones de Hispanoamérica en la literatura sino-parlante. Si bien en China, e incluso en otros países del Extremo Asiático, la autora es considerada un ícono cultural, muy pocos trabajos en las academias occidentales han abordado la importancia de su obra. Quizás esta falta de atención se fundamenta en la ausencia o la dificultad de acceder a su obra en otros idiomas, ya que recién en los últimos cuatro años se han traducido del mandarín tradicional, lengua materna de la autora, algunos de sus escritos más importantes. De hecho, fuera de China, sus libros fueron publicados primero en español, a partir del 2016 (reunidos como antologías en Diarios del Sahara, Diarios de las Canarias y Diarios de ninguna parte por la editorial española Rata), y recién en 2019 se tradujo el primer volumen al inglés.

Como personalidad pública, Sanmao reúne distintos elementos que evidencian el desarrollo de una cultura popular y el surgimiento de nuevos modelos de género y subjetividad a partir de los años setenta y ochenta. Sus textos establecieron una educación sentimental, al punto que ella, como la protagonista de sus crónicas, se convirtió en un símbolo de libertad y expresión de la subjetividad y deseos individuales, para la generación de mujeres que vivió la etapa de Reforma y Apertura de Deng Xiaoping (Ward, 2007: III). En una época en la que viajar era un lujo impensable para la mayoría de los chinos, más aún para las mujeres (Yang, 2016: 2), Sanmao narraba sus experiencias desde lugares lejanos. Muchos de sus destinos (tal vez el Sáhara como el más evidente) resultaban periféricos para el circuito turístico de Asia e, incluso, a nivel mundial[1]. Hay que destacar que la autora a partir de los setenta hasta su muerte en 1991 no sólo recorrió Europa y Estados Unidos, sino también África y distintos países latinoamericanos, como Bolivia, México, Perú, Ecuador, Colombia, Costa Rica, Chile y Argentina.

Algunos de estos lugares eran prácticamente desconocidos para sus lectores, por lo que sus escritos tenían la facultad de “presentar” los espacios y “crear” aquellos territorios para sus audiencias. En este sentido, sus trabajos sobre el desierto de Sáhara, su estadía en las Islas Canarias y sus viajes por Latinoamérica fundaron una imaginación sobre el mundo hispano que aún hoy continúa vigente. La recepción masiva de sus obras, que en su mayoría se transformaron en long-sellers, implicó el desarrollo de un horizonte imaginario que colocaba a la autora como protagonista de una nueva cultura del viaje.

Tal como postulan Fernando Aliata y Graciela Silvestri, “para que exista un paisaje no basta que exista naturaleza, es necesario un punto de vista y un espectador; es necesario también un relato que dé sentido a los que se mira y experimenta” (2001: 10).Desde esta perspectiva, a través de sus historias, Sanmao construye su propio escenario. Como afirma el crítico Edward Said (1978), las representaciones del paisaje constituyen un punto de encuentro entre los sentidos políticos, sociales y culturales de un momento dado. La concepción de un lugar habla más del sistema de producción y circulación de aquellos discursos que del lugar geográfico al que se refiere. En este sentido, la “errancia” de la autora (traducción del concepto 流浪记 -liúlàng jì- con el cual ella solía identificarse) implica una reivindicación del sujeto que viaja, como así también del espacio humano con el que se encuentra. Como toda escritura autorreferencial, Sanmao reivindica un conjunto de valores que la presentan como enunciador (Manguenaue, 2010). En su caso, el modelo enunciativo está ligado a los valores que su público reconocía en ella: mujer libre, segura y desprejuiciada, ícono de emancipación y autonomía. Sin embargo, lo más radical de su figura no son tanto sus crónicas, sino su cuerpo en movimiento que, a su vez, se construye mediante prácticas textuales. Sus textos reivindican el contacto con el otro, el deseo, la voluntad, el romanticismo, el libre movimiento; aunque, de acuerdo con Miriam Lang (1999), en ella también persiste una mirada orientalista sobre la otredad. Esta doble posición habla de un lugar incómodo y ambivalente desde el cual Sanmao enuncia y mira a los demás. En efecto, su figura se mantiene sobre elementos disímiles que en última instancia soportan una escritura sobre el mundo y la colocan como la heroína.

Este fenómeno encuentra sus particularidades en la autora, pero también se ancla en una tradición de mujeres viajeras, en la que la dualidad “colonizador (yo)” / “colonizado (otro)” que planteaba Edward Said, no se aplica de forma rígida. Mary Louise Pratt en su libro Ojos imperiales (1992) estudia la escritura de viaje coloniales y la transculturación, e incluye el concepto “autoetnografía” para explicar que los subordinados también utilizaban la retórica de los dominadores para sostener su propia expresión. Sin embargo, aclara que este tipo de hegemonía nunca es aceptada de forma unívoca, sino que existen discursos ambiguos propios de toda “zona de contacto”.

En sintonía, Sarah Mills en Discourses of differences (1993) plantea que las narrativas de viajes escritas por mujeres expresan una preocupación particular por la identidad, la construcción del yo y el desarrollo de las relaciones interpersonales en otras culturas. Tal como sugiere, las escritoras viajeras de Europa del siglo XIX se encuentran inmersas entre dos tipos de discursos: por un lado, el de la aventura imperial (que requería acción y un comportamiento intrépido) y por el otro, el de la femineidad (que se relacionaba con la pasividad, la domesticidad y la preocupación por los vínculos sociales). El resultado, según analiza la investigadora, es que las narraciones de viajes escritas por mujeres evidenciaban una postura y una voz mucho menos autoritaria, más incómoda y ambigua que las de los viajeros varones.

A partir de estos trabajos se desarrolló una línea de investigaciones que se centró en la literatura de viaje escrita por mujeres. Estos análisis fueron particularmente influyentes para el desarrollo de los estudios poscoloniales y constituyen una de las áreas fértiles de estudios que vinculan la pregunta sobre los roles de género a la teoría literaria. A pesar de que se constata un creciente interés en los puntos de contacto entre diversas culturas, todavía hoy faltan estudios académicos que indaguen en viajeras que no provengan de países centrales. En este sentido, creemos importante rescatar figuras como la de Sanmao, es decir, una mujer asiática viajando por lugares periféricos para investigar qué matices o complejidades plantea y hasta qué punto se reproducen o se tensan los discursos hegemónicos.

De esta manera, el siguiente artículo analiza los puntos fundamentales en la formación del “yo” discursivo de la autora, especialmente a través de sus primeros escritos, para luego indagar en las representaciones que plantea sobre América Latina. De esta manera, se busca comprender las estrategias retóricas de una de las voces fundamentales para el diálogo cultural entre China y el mundo hispano.

Sanmao: la construcción del yo

Nacida en Chongqing en 1943 bajo el nombre Chen Ping, la vida y la obra de Sanmao estuvieron marcadas por la trashumancia. Después de la rendición japonesa durante la Segunda Guerra Mundial, su familia se mudó a la ciudad de Nanjing y luego, en 1949, a Taipéi. A los 24 años, la autora viajó a Berlín para aprender alemán. Visitó diversos países europeos, antes de llegar a España, donde estudió español en la universidad hasta manejar el idioma a la perfección. Si bien volvió a Taiwán, la muerte de su prometido la llevó de nuevo a Madrid, donde empezó su relación con José María Quero y Ruiz, un español ocho años menor. En 1972 la pareja se mudó al Sáhara, lugar en el que vivieron hasta la Marcha Verde[2] en 1975, que marcó el inicio de la dominación marroquí del Sáhara. Ya asentados en las Islas Canarias, José muere en un accidente de buceo en 1979 y, a partir de ese momento, ella no paró de viajar hasta su suicidio en 1991. Dejó más de veinte libros publicados, un guion cinematográfico, letras de canciones y diferentes traducciones al mandarín, entre las que se destaca la tira cómica Mafalda.

Su residencia en el desierto español fue el punto clave para el inicio de su producción literaria, basada mayoritariamente en viajes. Instalada en el desierto, comenzó a escribir narraciones en primera persona sobre sus experiencias para el diario United Daily News[3]. Ya con su primer artículo, en 1974, Maoping Chen, conocida familiarmente como Echo Chen, realizó una operación fundante sobre su nombre: firmó como Sanmao y ya nunca dejó de usar este seudónimo (que significa literalmente “tres pelos”). Con este nuevo nombre retomaba al personaje principal de un cómic popular shanghainés, que se había publicado durante los años treinta [4].

En este sentido, sus vinculaciones con la cultura popular se encuentran presentes desde el mismo acto fundacional, cuando Sanmao nace como escritora. A través de este ejercicio, ella trama una relación con la prensa de masas, el universo infantil y una estructura narrativa propia del cómic. De hecho, el énfasis sobre la figura del niño que mira con curiosidad el mundo de los adultos es una cuestión persistente en sus obras (algo que también se relaciona con su interés por Mafalda).

En un artículo de 1976 que sirve de prólogo para la edición original (y en español) de Diarios del Sáhara la autora escribe:

“No podía imaginar que entre mis lectores también habría jóvenes estudiantes. Les pedía a mis sobrinos que me trajeran algunos ejemplares cuando viniesen a visitar a su “tía” llegada del desierto. Me enorgullece y alegra tanto este descubrimiento… De veras deseo poder ser una Sanmao para niños (…). Queridos jóvenes lectores: sois muy importantes para mí. Ojalá los libros de Sanmao puedan proporcionaros buenos momentos fuera de las exigentes tareas escolares” (Sanmao, 2016: 22)

Sus crónicas tuvieron un éxito rotundo e inmediato. Con detalles de su vida cotidiana y una primera persona preponderante, la distancia entre Echo Chen y Sanmao, entre realidad y ficción, en sus textos se diluye: autora y narradora coinciden en el texto y producen un pacto de lectura. Como afirman Smith y Watson (1998), las escrituras del yo forman parte de una intersección donde se cruzan los roles de género, las posiciones personales y las representaciones sociales en un cuerpo textual. Sanmao deviene autora gracias a este pacto de verdad que coloca a la autora como la protagonista de sus vivencias: ella estuvo en los lugares que narra y, por ende, lo que cuenta tiene un valor de experiencia. De hecho, en su viaje por Latinoamérica este fenómeno llega a su paroxismo, dado que las referencias a Echo, Ping o Sanmao se suceden sin distinción alguna.

A su vez, esta percepción que mezcla autora y protagonista está acompañada de una serie de valores con los que se reconoce. Su auto-representación como una mujer independiente, decidida y audaz se observa desde su primera crónica que se titula “Un restaurante en el desierto”:

“No soy feminista, pero no deseaba en absoluto perder mi independencia y libertad, así que le repetía una y otra vez que después de la boda yo seguiría siendo un alma libre, y que si no, nada de boda”, le aclara a José y al lector” (Sanmao, 2016: 113).

En efecto, sus fundamentos discursivos están relacionados con experiencias tangibles. Sus viajes tienen el valor del testimonio y sus narraciones reivindican el valor de la verdad y sinceridad. En este sentido, su escritura está fundamentada por su presencia en los lugares.

Sin embargo, esta imagen coexiste con una autorrepresentación hiperfemenina y de estructuras rígidas sobre los roles asignados a los hombres y a las mujeres. De hecho, en sus crónicas se puede constatar que Sanmao comparte la curiosidad “femenina” y hasta aniñada de la que habla Pratt en sus estudios sobre las viajeras coloniales, al mismo tiempo que muestra infinita bondad y comprensión ante los otros, propio de un rol maternal, ejercido a ultranza.

Latinoamérica: la mirada sobre el otro

En la obra de Sanmao la construcción de otro (es decir, un sujeto culturalmente o étnicamente distinto), tiene diversos matices. Tanto en Diarios del Sáhara como en Diarios de las Islas Canarias la autora se encuentra instalada y viviendo dentro de una comunidad durante un período relativamente extenso. El caso los viajes por el continente latinoamericano (1981-1982), en este sentido, resultan excepcionales. Por un lado, Sanmao no radica en ninguno de los países de la región; por otro, ella mantiene un itinerario organizado, con poco tiempo para la improvisación o la indagación. Financiadas por el diario, las crónicas latinoamericanas continúan los lineamientos estipulados por Dennis Porter en Haunted Journeys (1991) para la literatura de viajes. De acuerdo con la investigadora, este tipo de narraciones suele abordar o describir la partida, los medios de transporte, el viaje y la llegada, como elementos básicos del género.

Así, en Sobre las montañas y más allá[5] Sanmao suele narrar el aterrizaje, los trámites migratorios, la salida del aeropuerto, la elección del hotel, el cambio de divisa. Al llegar a Bolivia, por ejemplo, explica datos demográficos:

“En este país de más de un millón de kilómetros cuadrados de meseta viven menos de seis millones de habitantes: el 70% son indios, el 25% son españoles y mestizos locales, y el 5% son caucásicos, inmigrantes europeos. Bolivia es uno de los dos países de América del Sur que no tiene puerto marítimo. Limita con Perú y Chile en el oeste, Brasil en el noreste y Argentina y Paraguay en el sur” (Sanmao, 1982: 144).

Además, describe la altura de la ciudad, las costumbre de mascar coca y aclara las diferencias entre la hoja y la cocaína. Todos estos comentarios tienden a orientar, ubicar o informar al lector, pero también dan cuenta de la percepción de la autora sobre el espacio: América Latina se trata de un lugar susceptible de ser explicado. Bajo esta concepción, también establece analogías comprensibles para sus lectores: “Bolivia, el Tíbet de América del Sur”, define en este escrito; o incluso compara elementos del caranaval de Oruro con el baile del dragón y la figura del ave fénix en la cultura china.

A diferencia de otros viajes, en esta travesía cuenta lo que leyó en los libros sobre cada destino, pero también lo que le dicen o escucha. “No hablaban de las personas, ni de la comida o la ropa, no hablaban de las calles mexicanas, sólo de la historia y cultura de los libros. Y yo estaba tan lejos de ellos, esas cosas no eran el propósito de mi viaje — yo vine a vivir” (Sanmao, 1982: 6) , se queja al inicio de su travesía, después de hacer una visita guiada por la ciudad de México.

Algo similar ocurre cuando un amigo diplomático le hace decenas de recomendaciones. Que no viaje en subte, que tenga cuidado con los robos, que no coma en fondas, que no coma frutas en la calle, que no tome agua corriente, que que no salga de los barrios turísticos. Sanmao lo escucha y asiente, aunque no recibe la información de forma pasiva. Al día siguiente, le dice a Misha, su asistente: “¿No se puede comer comida de menos de cincuenta dólares? ¿realmente lo escuchamos?” (Sanmao, 1982: 8).

Ante el paisaje desconocido, Sanmao apela a su experiencia, a su intrepidez y curiosidad, rastreables también en otros de sus libros. “He viajado durante la mitad de mi vida y he aprendido a adaptarme en silencio y observar el nuevo entorno. No estaba ansiosa por verme fresca y espléndida, y aún menos por buscar deliberadamente material de escritura” (Sanmao, 1982: 9), escribe en uno de sus primeros días en el continente. Su método, tal como cuenta, es leer y luego experimentar. “Cuando esta persona me preguntó sobre el propósito de mi viaje, le dije que viajaba para escribir sobre lo que vi y escuché” (Sanmao, 1982: 27), cuenta en otra ocasión.

Sin embargo, Sanmao es conciente de la extrañeza del terreno y su desconocimiento. En este sentido, se nota una preocupación constante por escapar del color local y los circuitos turísticos. Se queja de los tours o explica por qué se vio obligada a hacer uno, aclara precios de hoteles y entradas, o si un lugar es auténtico o solo turístico. Los equívocos igual suceden con frecuencia:

“Mi propósito era ir al campo para encontrar un ‘poncho’ hermoso, barato y absolutamente local.

Pensé que sentarse en un autobús de carretera durante cientos de millas para comprar ropa era lo que haría una persona estúpida, pero tenía la determinación.

Cuando llegué al pueblo, que casi ni aparecía en el mapa, vi la llamada ‘pobreza pintoresca’ y el desorden. Di vueltas para encontrar el mercado local, como indicaba mi libro. Al final lo vi, un predio muy grande.

¿Qué vendían? Botellas de agua caliente, espejos, billeteras de cuero falso, ollas, cuencos, tazas, ropa de nylon, zapatillas de plástico, bolígrafos, lápiz labial, esmalte de uñas, aretes, pulseras, collares.

Les pregunté a los vendedores: ‘¿Tienen ponchos? ¿Por qué no venden ponchos?’

La respuesta era la misma, levantaban la ropa de nylon de diferentes colores en sus manos y me gritaban: ‘Pero si esta es moderna y hermosa. ¿Por qué no la compra?’” (Sanmao, 1982: 22)

En este sentido, las ansias por lo “autóctono” centran sus crónicas en la interacción con la gente del lugar, focalizándose en el lado doméstico de la aventura. Así como en el Sáhara contaba los chismes de los vecinos o cómo lograba decorar su casa, en estas crónicas comenta la charla con la vendedora, el encuentro con otra turista o la conversación con el chófer. También visita muchos inmigrantes chinos asentados en Latinoamérica para dar cuenta de su vida cotidiana.

No obstante, su mirada intenta profundizar en lo que sólo puede ser superficial, ya que tiene un tiempo limitado en cada país. En su búsqueda por salir del pintoresquismo y acceder a la “realidad latinoamericana”, a veces, recae en una mirada orientalista. Interesada en conocer América Latina por fuera de los circuitos masivos, la autora interactúa con las cholas, camina calles de tierra, visita pueblos alejados e incluso en Ecuador se queda unos días en una comunidad campesina. Al hacerlo, sin embargo, termina asociando lo autóctono con los pueblos originarios. “No había indios aquí, y esta era una de las razones por las que no me atraía. Este país era demasiado civilizado” (Sanmao, 1982: 48), dice sobre Costa Rica.

Además, invierte la dicotomía civilización-barbarie. Históricamente, los discursos hegemónicos vincularon a las poblaciones originarias con el atraso, la pereza o la ignorancia, mientras que en las crónicas latinoamericanas Sanmao describe a las poblaciones indígenas como bondadosas o poseedoras de buenas costumbres: “En el camino, siempre que estuve en países donde se mezclaba la sangre de los indios, encontré lealtad y amabilidad. Ecuador fue como una parte de mi familia y Perú también resultó un país pacífico. Hoy, Bolivia es aún más generosa” (Sanmao, 1982: 144), analiza.

Por el contrario, los criollos o descendientes de europeos resultan mezquinos, prejuiciosos o racistas. Así, al llegar a Chile, un taxista la increpa: “Tienes más compatriotas en Chile (…) Todos son tacaños (…) ¡Sólo quieren dinero y no saben cómo disfrutar de la vida!” (Sanmao, 1982: 167).

La autora intenta cambiarle la opinión dejándole más propina, aunque termina concluyendo:

“Esa noche extrañé Perú y Bolivia. La gente allí era íntima (…) Los lugares sin indios son diferentes (…) Aunque Chile formó parte del Imperio Inca, en su frontera norte, hoy ya no hay indígenas en la ciudad. El resultado de la inmigración de España, Francia, Alemania y el Reino Unido hizo que este país de terreno estrecho se convirtiera en la tierra de los blancos”. (Sanmao, 1982: 171)

La idealización de los pueblos originarios, en el caso de la Argentina, también se extiende a los gauchos que son interpretados como la fuente de toda “autenticidad”. De visita en una estancia, resalta el amor a la tierra que tienen los hombres de las pampas, su virilidad y galanteo.

Esta lectura opone lo “auténtico” a lo “falso”, destacando el afán de Sanmao por experiencias “verdaderas”. En este discurso, los estereotipos abundan y las representaciones del otro tienden a los opuestos: las comunidades originarias representan la auténtica cultura latinaomericana, mientras los mestizos, criollos o descendientes de europeos quedan del lado de lo artificial e impuesto.

Conclusión

Los escritos de Sanmao reflejan una posición inestable y contradictoria ante los mandatos sociales y las representaciones de los sujetos no-europeos. Como mujer y asiática se arroja al mundo cuando los preceptos tradicionales la circunscribían al encierro doméstico. Al mismo tiempo, su palabra refleja un extrañamiento ante el encuentro con el otro, al que suele calificar bajo una mirada maternal y relativista. En efecto, esta doble enunciación refleja la problemática de la que hablaba Gayatri Spivak (1998), el sujeto subalterno solo habla en tanto parte de la estructura que lo ha colocado en una posición subordinada. Su escritura responde a esta ambivalencia discursiva a través de un énfasis en la experiencia (vivir en el Sahara o viajar por América Latina), pero manteniendo ciertos roles femeninos (amueblar la casa, comprar ropa y tejidos).

Tal como plantea Susan Sontag en Cuestión de énfasis, “la literatura de viajes que entendemos como premoderna da por sentado el contraste entre la sociedad del viajero y aquellas calificadas de anómalas, atrasadas, bárbaras. Hablar por medio del viajero era hablar en nombre de la civilización; ningún viajero premoderno se tenía por bárbaro. La literatura de viajes moderna comienza cuando la civilización se vuelve una noción crítica, así como evidente en sí misma; es decir, cuando ya no está tan claro quién es el civilizado y quién no lo es” (2001: 212).

Al respecto, Sanmao representa una figura en transición, en tanto mezcla distintos puntos de vista y discursos. De hecho, desanda estereotipos y clichés, pero nunca abandona la dicotomía civilización/ barbarie. Como se observa en su libro sobre América Latina, sus escritos permiten analizar cuestiones vinculadas a los roles de género, como así también a la construcción de una mirada sobre el otro culturalmente diverso. En este sentido, su texto representa una fuente única para analizar las representaciones sobre la región y otros países de habla hispana en la literatura sino-parlante. De esta manera, sus crónicas constituyen un archivo inestimable sobre el contacto cultural entre China y América Latina.

Biografía

Bibliografía

  • Aliata, Fernando y Graciela Silvestri (2001). El paisaje como cifra de armonía. Buenos Aires: Nueva Visión.
  • Lang, Miriam (1999). Sanmao and the known world. Australia: Australia National University.
  • Maigueneau, Dominique (2002). “Problemes d’ethos”. Pratiques, 113/114, pp. 55-67.
  • Mills, Sara (1991). Discourses of difference: an analysis of women’s travel writing and colonialism. London:
  • Mo, Weimin, Wenju Shen (2006). “Sanmao, the Vagrant: Homeless Children of Yesterday and Today”. Child Lit Educ, vol. 37, pp. 267-85.
  • Porter, Dennis (1991).Haunted journeys: desire and transgression in European travel writing. Princeton: Princeton University Press.
  • Pratt, Mary Louise (1992).Imperial eyes: travel writing and transculturation. London:
  • Said, Edward (1978).Orientalismo. Buenos Aires: DeBolsillo.
  • Sanmao (2016).Diarios del Sahara. Barcelona: Rata.
  • Sanmao (1982).Wànshuǐqiānshān zǒu biàn (Sobre las montañas y más allá). República Popular de China: Huángguàn.
  • Smith, Sidonie, Julia Watson (1998).Women, Autobiography, Theory: A Reader. Wisconsin: University of Wisconsin Press.
  • Sontag, Susan (2001).Cuestión de énfasis. España: DeBolsillo.
  • Spivak, Gayatri (1998). “¿Puede hablar el sujeto subalterno?”Orbis Tertius, vol. 3, no. 6, pp. 175-235.
  • Ward, Sandy (2017).Sanmao: oasis or mirage? The phenomenon of the Chinese woman of the desert. Pittsburgh: University of Pittsburgh.
  • Yang, Elaine (2017). “A narrative review of Asian female travelers: Looking into the future through the past”.Current Issues in Tourism, vol. 20, no. 10, pp. 1008-1027.

Notas

[1] Para los sesenta y setenta ya hay textos escritos sobre Estados Unidos, Japón, Francia o Inglaterra, no así de España o del Sáhara, únicamente conocidos a través de los libros de Hemingway (en el caso de España) o la película Lawrence de Arabia.

[2] Iniciada el 6 de noviembre de 1975, la Marcha Verde consistió en la avanzada marroquí sobre el Sáhara español. Marruecos aprovechó la crisis política desatada en España por la agonía de Franco para apoderarse del Sáhara Occidental. Organizó una gran marcha pacífica de civiles para que efectuasen una invasión simbólica del territorio. España, tras la penetración de la marcha, firmó un acuerdo con Mauritania y Marruecos, por el que cedía el territorio de su colonia.

[3] Su primer cuento, firmado con su nombre real, fue publicado a sus 18 años, enModern literature, una revista literaria de corte académico.

[4] Publicadas en el diario Shen Bao y luego en Dagong Bao, en estas caricaturas su creador Zhang Leping (1910-1992) contaba las aventuras de Sanmao, un huérfano que vagabundeaba por las calles de Shanghái durante la ocupación japonesa. Con un punto de vista satírico-humorístico, en las historietas el niño padecía el mundo adulto mientras se buscaba la vida, pero siempre mantenía su inocencia, el sentido de justicia y un aire soñador (Mo, 2006: 269). Así, la escritora, al tomar prestado el apodo no solo rendía un homenaje al cómic; también sentaba las bases para lo que sería su escritura: tanto la estructura en torno a la peripecia, así como su bondad, optimismo y desprejuicio ante situaciones adversas se mantienen en sus relatos.

[5] La traducción es nuestra. Hasta el momento, sus crónicas por Latinoamérica solo están disponibles en mandarín, por lo que todas las citas corresponden a una traducción privada hecha para nuestra investigación..